DIME Y LO OLVIDO, ENSÉÑAME Y LO RECUERDO, INVOLÚCRAME Y LO APRENDO. BEJAMIN FRANKLIN

CUENTOS POPULARES

LOS TRES AMIGOS.
Un hombre tenía tres amigos: su dinero, su mujer y las buenas acciones. Estando a punto de morir, los mandó llamar para despedirse de ellos.

Al dinero, que primero se presentó, le dijo:
-¡Adiós! Me muero.
-¡Adiós!Cuando hayas muerto haré que te alumbre un cirio  por el descanso de tu alma- le contestó el dinero.
Llegada la mujer se despidió. Y ella le prometió acompañarlo hasta la tumba.
Por último aparecieron sus buenas acciones:
- ¡Me muero! ¡Adiós!- les dijo el agonizante
-No digas adiós- le respondieron ellas- Nosotras no nos apartaremos de tu lado.
Si vives, viviremos ; si mueres ,te acompañaremos en la otra vida.
Muerto el hombre: su dinero le dió un cirio ; su mujer lo siguió hasta la tumba y sus
buenas acciones le acompañaron aun después de muerto.
El bien se siembra en el suelo y se cosecha en el cielo         
Recogido  por María  Morán  Barragán  (Fábulas de Esopo)

El hombre del saco
Una niña que estaba en la playa, vio tres avellanas en la arena. Cuando fue a cogerlas, vino el hombre del saco y la entró en su zurrón. Iba por los pueblos dándole latigazos al saco y cantando: “Canta zurrón, canta,  que si no te tiro por la barranca”.
La niña cantaba: “Con estas tres avellanas que yo del mar cogí, ahora me veo aquí y sin poder salir”.
Un día, en un pueblo, un hombre le dijo: “¿ Qué llevas en el saco?”.
 “Nada, no llevo nada”, 
“Ábrelo”, le dijo, pero este no quería. El hombre, consiguió abrirlo y la niña pudo salir y le devolvió todos los golpes que ella había recibido. 
 Carlos   Barrientos

Los caramelos del triunfo
Érase una vez en un pueblo de un país lejano. Era un pueblo corriente con no mas de 100 habitantes. En el vivía un hombre que fabricaba unos caramelos buenísimos. Todo el mundo los compraba.¡Y hasta le habían intentado robar la receta! Pero nunca lo habían conseguido. El hombre tenia 2 hijos que se pasaban el día corriendo, saltando, jugando etc.
El hombre quería enseñarle la receta a sus hijos para que cuando el muriera, ellos siguieran fabricando caramelos. Pero sus hijos no querían aprender la receta. Llego la hora, el hombre murió y los hijos se interesaron en aprender la receta. Se pasaron la vida en el taller de los caramelos intentando conseguir la receta, pero al final, por no hacerse caso y no aprender la receta, no consiguieron hacer los mismos caramelos, pero si alguno parecido.  Recogido por José Carlos


La granjera y las gallinas.
Había una vez una viuda que vivía con su hija en una granja.
Una noche, un zorro que se comió a todas sus gallinas.
La pobre mujer, empezó a llorar, ya que el zorro le había quitado todas sus riquezas y le dijo a la hija que se habían arruinado.
La hija subió corriendo al desván y se encontró que una gallina superviviente y se la bajó llena de alegría a la madre.
La madre un poco enojada dijo que con ella no iba a ser suficiente para alimentarse las dos. Entonces duplicó la ración de cebada a la gallina.


LA TOSCANA
Pues había un pastor que tenía un zagal. Y todas las mañanas “pa” desayunar, hacían migas. Pero todos los días a la hora de ponerse a comer las migas, mandaba al zagal a algún sitio para que …Y empezaba: - ¡Zagal!, mira a ver las ovejas, que se están metiendo en el “sembrao”. El zagal se iba y cuando venía, el pastor había “acabao” con las migas. Al día siguiente, otra vez.- Mira, zagal, mira a ver, que hemos “dejao” el carnero, allí… y a ver si se va a ..desgraciar. Vete a sacar el carnero, muchacho. Se iba, y cuando llegaba, nada. Entonces, el zagal ya estaba “mu cansao” porque es que esto era todos los días lo mismo. Dice: - “pos” a éste lo voy a preparar yo. Y empezó a hacerse, con un tronco, con un trozo de encina…empezó a hacerse una cuchara, a tallarse una cuchara. Grande, bien grande. Y ya cuando la tuvo ya preparada, la tenía guardada así por detrás, escondida entre la ropa…Y una mañana, … lo mismo que “tos” los días…ya cuando estaban las migas allí en la sartén, empieza el pastor:¡”Zagal¡” , mira a ver que las ovejas, vete a sacarlas que se van a comer las hojas.Y dice: - Sí, un “momentino”, ahora mismo voy. Saca la cuchara y dice: ¡Entra, toscana, que de lo mucho quedas poco y de lo poco, nada!.
Cuento popular de la abuela de Victor.
Trabajo de Victor y Chema.


No hay comentarios:

Publicar un comentario